Tres poemas pascuales/Por Jorge Castañeda
La Pascua (Pésaj, o sea “pasar de largoâ€, porque asà pasó el ángel exterminador por la casa de los israelitas en Egipto) es una de las fechas más trascendentales para la cristiandad y el pueblo judÃo.
La Pascua (Pésaj, o sea “pasar de largoâ€,
porque asà pasó el ángel exterminador por la casa de los israelitas en Egipto)
es una de las fechas más trascendentales para la cristiandad y el pueblo judÃo.
Muchos escritores se han referido a la misma dejando páginas inmarcesibles de la literatura universal y también un libro de uno de los grandes prosistas españoles, Gabriel Miró, que con sus “Figuras de la Pasión†dejó un bello testimonio del sufrimiento de Jesús.
Entre los poetas que han cultivado el tema se destacan tres hermosas creaciones que merecen recordarse en estos dÃas.
El primero de ellos corresponde al poeta Abel Alarcón y se trata precisamente de un soneto titulado precisamente “Pascuaâ€:
Elevó, adusto, el sacerdote anciano
De ácimo pan la nÃtida blancura;
Trazó el signo de in signo su mano
Y consumó la mÃstica figura.
Plegose en el altar velo liviano
Y ante el pueblo, en beatÃfica postura,
Fulguró el sol flamante y soberano
De la enorme custodia, su hermosura.
Un torrente de luz bañó las naves;
Hubo explosión de gloria en el himnario;
Surgieron del armonio notas graves;
Cuando entre el humo undÃvago del ascua
Del coro voló un ave al campanario,
La campana mayor replicó a pascua.
El segundo poema escogido corresponde al gran poeta nicaragüense, el Padre Ernesto Cardenal y se llama “En pascua resucitan las cigarrasâ€:
En pascua resucitan las cigarras
-enterradas 17 años en estado de larva-
Millones y millones de cigarras
Que cantan y cantan todo el dÃa
Y en la noche todavÃa están cantando.
Sólo los machos cantan:
Las hembras son mudas.
Todo el bosque resuena con el canto
Y sólo ellas en todo el bosque no los oyen.
¿Para quién cantan los machos?
¿Y por qué cantan tanto? ¿Y qué cantan?
Cantan como trapenses en el coro
Delante de sus Salterios y Antifonarios
Cantando el Invitatorio de la Resurrección.
Al fin del mes el canto se hace triste,
Y uno a uno van callando los cantores,
Y después sólo se oyen unos cuantos,
Y después ni uno. Cantaron la Resurrección.
El último poema elegido corresponde a Rubén DarÃo, también nicaragüense, y se trata del hermoso “Soneto Pascualâ€:
MarÃa estaba pálida y José el carpintero:
Miraban en los ojos de la faz pura y bella
El celeste milagro que anunciaba la estrella
Do ya estaba el martirio que aguardaba el Cordero.
Los pastores cantaban muy despacio, y postrero
De un carro de arcángeles que dejaba su huella;
Apenas se miraba lo que Aldebarán sella,
El lucero del alba no era aún tempranero.
Esa visión en mà se alza y se multiplica
En detalles preciosos y en mil prodigios rica,
Por la cierta esperanza del más divino bien,
De la Virgen, el Niño y el San José proscripto;
Yo, en mi pobre burro, caminando hacia Egipto,
Sin la estrella ahora, muy lejos de Belén.
Descarna y dolorida expresión del gran poeta que en su búsqueda jamás encontró la luz y la paz para su alma.
AsÃ, los poetas han cantado y celebrado la pascua.

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